miércoles, 1 de julio de 2015

El espíritu del colibrí.



Manteniendo el espíritu del colibrí, es hora de ponerse manos a la obra. En esta ocasión rumbo a Nepal.

Y os preguntaréis: ¿por qué? Por empatía.

En el año 2009, un grupo de amigos fuimos de viaje a este maravilloso país. Conocimos Katmandú, la cordillera del Annapurna, Lumbini... lugares increíbles de visitar.


Sin comerlo ni beberlo, un día en la ciudad de Butwal y de la mano de la ONG “Pangea” y su socio local “Campaign for Change-Nepal”, inauguramos una pequeña escuela. Esto fue debido a que cuando preparamos nuestro viaje teníamos contacto con dicha ONG y nos pidieron el favor de pasar por allí. Habían estado preparando, siguiendo y colaborando en ese proyecto desde el principio y les faltaba una evaluación in situ de su progresión. No nos importó pasar y hacerles dicho favor.

El asunto era el siguiente; nos pusieron en contacto con el representante local. Se llamaba Yagya Aryal. En nuestro viaje, justo después de realizar un trekking por los Annapurna, quedamos con Yagya en Pokhara para seguir rumbo a Butwal. En esta ciudad es donde se creó una escuela con la ayuda de los fondos logrados por Pangea, la cual teníamos que evaluar.




Nuestro objetivo era claro. Observar que todo funcionaba para así comunicárselo a nuestros amigos. Pero sucedió más.

El bueno de Yagya nos la metió doblada y aprovechó para inaugurar formalmente la escuela, dado que contaba con la presencia de representantes internacionales. Fíjate que, humildemente, éramos unos intermediarios.

Nos sentimos un poco avergonzados, pero su intención fue el acto más noble y trascendente que podíamos imaginar.

Nosotros éramos invitados que habíamos venido a inaugurar dicha escuela. Por ello teníamos que dar un discurso, lógicamente en inglés, que Yagya gustosamente traducía al nepalí. Allí asistieron padres, profesores, y toda clase de miembros de la comunidad local, ya que la escuela era un vínculo social muy importante para todos ellos. Todos participaban del día a día de dicho centro.

En el discurso claramente improvisado, según hacíamos una frase de 15 segundos en inglés, resultó que ésta en nepalí, duraba 30 segundos. De hecho, mientras soltábamos frases de 15 segundos, éstas iban in crescendo al ser traducidas al nepalí. Hasta minutos duraban las traducciones inglés-nepalí.

La situación fue muy divertida e ilógica en ese momento, pero cuando observas con perspectiva, te das cuenta de que Yagya estaba motivando a esa comunidad, aprovechando nuestra presencia. Algo muy bonito por su parte que seguramente dio sus frutos.

La escuela era un lugar muy sencillo. Un par de aulas donde se separaba a los niños más pequeños de los mayores, otra de 20 metros cuadrados que hacía las veces de salón de usos múltiples o gimnasio, el despacho de los profesores y dos talleres de costura y ordenadores. Todos espacios muy reducidos, nada que ver con lo que podemos tener en España, pero seguramente más útil.

Nos pareció que estaba bien aprovechada la aportación económica que Pangea había logrado recaudar a tal efecto.


La gente del lugar y los niños nos acogieron enseguida. Cuando entramos en las aulas, en lo que era la visita formal, los niños sonreían a modo de vergüenza, ya imaginarás, porque siendo una novedad nuestros rasgos para ellos, nos parecíamos mucho a la gente que sale en las películas. Nuestra presencia fue un auténtico alboroto cuando sacamos lapiceros y caramelos. Vamos, que se terminó la clase.











Pequeños detalles como esta colaboración que hicimos, acercarte a la gente que vive allí donde tú viajas, hace que todo merezca la pena.


Hacer empatía con los pobladores de Nepal cuando ya has conocido el país, es muy fácil. Se trata de un país muy sencillo y pobre. Aunque pobre es una definición un poco ligera y hecha desde la perspectiva occidental y material. Uno tiene lo que tiene y es feliz con ello, pese a necesidades cotidianas. Porque siempre a sido así.
Por lo general viven por debajo del humbral de la pobreza, con todo lo negativo que ello conlleva. Si ves la pelicula "Katmandu" de Iciar Bollain, podrás observar un fiel reflejo de su vida cotidiana. El acceso a la sanidad básica o a la educación, para muchos nepalies es imposible.
No obstante son gente amable, hospitalaria y no suelen dudar en invitarte a su mesa una vez que ya no eres un estraño que pretende aprovecharse del momento.
Hay valores mas importantes en la sociedad nepalí, mas allá de lo material. Son valores que en nuestra visión de primer mundo, cada vez valoramos menos.

Conocimos a Yagya, Shamila, Kumar y otros tantos mas, que nos acompañaron en todo momento durante nuestra estancia en Nepal. Gente sencilla en comparación con nosotros con los que creamos vínculos. Amigos hospitalarios que nos invitaron a sus casas. Que a día de hoy sabemos que se encuentran en una situación muy difícil, o que no hemos logrado saber si están o no vivos, a consecuencia del terremoto de abril de este año.

Es por ello que seguramente, si las cosas nos van bien, Amaya y yo volveremos a Nepal a tratar de aportar nuestro granito de arena. Porque sabemos que en ese país necesitan ahora mas que nunca, toda la colaboración que se les pueda brindar.

Merece la pena intentarlo. Y para ello me gustaría que conocieseis a Pangea, de la cual en otra publicación os hablaremos.





































2 comentarios:

Unknown dijo...

Saludos a toda esta gente, seguidora haciendo justo a la fraternidad scout!

J.A. Pérez dijo...

Saludos a ti amigo Greson. Como siempre grato es que alguien de tu clase, nos motive a seguir trabajando o sirviendo a aquellos que lo precisen.